¿ CÓMO VA ESO DE LA EDAD ?

[jeronimo]

.- La temporada ha sio jodía con los catarros, ¿ verdá Nemesio ¿
.- Y que lo digas Luis.

Encima de la bicicleta aerostática, los dos iban haciendo pierna como buenamente podían. Habían coincidido varios años atrás en Campo de Criptana, allá por las ciudades reales, lugar de nacimiento de la Sarita, no la nieta del comisario de los hombres de Paco, la otra, y desde entonces se llevaban estupendamente. Luis había nacido en el mismo pueblo y en cuanto pudo allí volvió para ejercer su profesión, Campo de Criptana. Y Nemesio lo había hecho en Sevilla, la ciudad de Marujita la camaleón. Se llevaban tan estupendamente que habíanse casado con las respectivas hermanas, así pues y por lo tanto, eran cuñados.

Ambos tenían un carácter fuerte lo que llevó a las hermanas, hermanas entre sí, a tomar otro rumbo y volvieron al pueblo y las dos se separaron de sus respectivos maridos, por lo que desde la separación se juntaron en el mismo piso para economizar, ya que ellos nunca llegaron a ser ministros de justicia. Esta mañana habían quedado en el “gim” de la “urbanización” para desentumecer un poco los músculos y oxigenar los pulmones, ya que tanto tabaco no es bueno.

Ahora tocaba hacer bíceps. Así que el Luis, que siempre soñó con ejercer como moderador de una página web, pilló las mancuernas de medio kilo y comenzó el ejercicio. A Nemesio le correspondía pecho. Muy lentamente se tumbó sobre la mesa y las pesas de 6 kilillos comenzaron a subir desde la barbilla hasta donde el estiramiento de los brazos se lo permitía. De fondo se escuchaba en el radiocasette la canción del Fran Sinatra “ A mi manera ”. No estaba demás acompañarse con una buena canción mientras los músculos se tensaban y destensaban. Poco se tensaban y, más bien, se destentaban. La ley de la gravedad más que nada tira hacia el centro de la tierra, y justo lo del centro, entre ambos dos redondeles, es lo que más baja. Subirlo, es otra cuestión, o más bien que se suba. Y si no puedes subirlo, hay que echar mano a quien lo suba, o simplemente… echar la mano. Normalmente, mano de santo.

Ya que estaba un poco mejor, se quitó la mascarilla de oxígeno y aspiró el aire que circulaba por la habitación, en lo que la apoyó sobre la silla que tenía al lado. Y ciertamente que le vino bien. Mentalmente iba cantando lo que había oído a los marines en las pelis. 1,2,3,4 llegó el general y me metió un puntazo. 1,2,3,4 cincÓ llegó al Capitán y por el ortò me la incó. Nemesio tenía más mala leche y no era de extrañar siendo seguidor del Aleti. Luis, a su vez, un carácter más bonachón. Ambos miraban de soslayo la mesa de madera existente en el centro de la habitación. Y no era para menos. Un chorizo ahumado regalado por un amigo de León, un queso puro de oveja traído de Zamora cortado en tacos, una barra de pan campesina y lo que no podía faltar, la bota de vino. Vino tinto rioja, fresquito, de color vivo, ligero al paladar y de grado medio, recién sacado del frigorífico. A su lado, una lata de mejillones picantes, y eso que el médico se lo tenía prohibido a los dos. El picante.

.- Qué ¿ vamos al lío ¿.
.- Pa qué vamos a esperar más.

Con la mascarilla de uno en la silla y las muletas del otro apoyadas sobre la pared, se sentaron a dar buena cuenta del pequeño almuerzo, tan usual por otra parte. Degustaron en el silencio de la mañana la opípara comida, ya que hasta la noche no tomarían más y al acabar, se echaron un cigarro. Lentamente y con la sabiduría de los mayores, hilaron el cigarro con tabaco suelto, pasando hábilmente la lengua, esa que tanto placer da y recibe, para acabar cerrándolo. Aspiraron y aquello les supo a rechupete. Experiencia ya tenían.

.- ¿ Cómo llevas lo del permiso ¿.
.- Nada hijo, que tenía unas perillas ahorradas y me llegué a un bufete de abogados, para ver si ellos me pueden dar una respuesta contundente. Veremos si puedo coger este año las vacaciones para agosto, es que macho, no me explico los lumbreras que han parido este engrendo en qué estarían pensando. Esto tiene más lagunas, que digo lagunas lagos, que Canadá.
.- Bueno, que tengas suerte. ¿ Nos cambiamos ¿.

Y así lo hicieron tras echar otro piti. Eran casi las dos y ya estaban cambiados. Pillaron la papeleta famosilla y salieron a trabajar. Hoy, les tocaba juntos. Y eso que no eran los más veteranos del Puesto. El jefe tenía por costumbre, y hasta cierto punto acertado, el colocar uno moderno con otro más veterano. El uno con la mascarilla y el otro con las muletas, se llegaron al primer punto de verificación marcado en la papela. Nada que reseñar al respecto. A media tarde Nemesio identificó a una chica con visos de ser menor de edad..

.- Por favor, me permite la documentación.
.- Como no Agente. Entiendo que la personal ¿ no ¿.

La joven echó mano al bolso y sacó la cédula de identificación. El conocido dni ya había sido sustituido por una cédula, por eso de la memoria histórica. Estaba todo en regla, pero…siempre hay un pero, la niña de 14 años no portaba la píldora del día después y tras dos abortos conocidos, las órdenes hay que acatarlas y la ley cumplirla. Denuncia al canto. Él no estaba muy de acuerdo con esa medida, pero ya se sabe, aquí estamos para cumplir las órdenes, no para discutirlas. Sacó el boletín habilitado a tal efecto y con el bolígrafo Bic, los mayores lo recordarán, Bic naranja escribe fino, Vic cristal escribe normal, Vic, Vic, Vic, Vic, Vic. 500 napos que la endiñó. Bueno, de esa manera y con toda legalidad la estadística iría para arriba, siempre que ella no recurriera.

Al doblar la esquina lo vieron. Camuflado estaba bajo un pilar, pero le vieron esconderlo que casi se levanta la piel de la palma de la mano el hombre. Documentación al canto. Era el hijo de Manolo el de la farmacia, el que nunca quiso estudiar, y fue pillado infraganti. Estaba fumando en la vía pública. Pues nada, boletín al canto. 350 euros. Y eso, hace daño. De nuevo sacó al Vic y leña al mono. Desde luego que hay conductas que no se pueden permitir. Un verdadero crimen fumar en la calle con las nuevas normas impuestas y ya se sabe, aquí, lo que se dice aquí, la legalidad se cumple. De puertas para afuera pero se cumple.

Los dos tenían un poco el estómago pesado del almuerzo, así que decidieron tomarse una jalihuay. Lo del carajillo y el sol y sombra, también lo hacían de vez en cuando, pero siempre fuera de servicio. Así que decidieron entrar en el bar de la esquina a escanciar una buena copa de sidra. Al entrar, el camarero ya les había servido la consumición. Encima de la estantería con las botellas de licor, la música de una vieja radio escupía una melodía de Sakira que inundaba todas las dependencias del bar.

.- ¿ Qué le doy ?.
.- Siete euros por favor.

Mentalmente echó las cuentas. Un vaso de sidra de los que tocan la gaita, 3`50 euros. Menuda pasada. Dejó en la barra un billete de cinco y dos monedas de euro. Y le dio las gracias. Ya casi al salir y por eso del deber cumplido se volvió Luis hacia el camarero.

.- ¿ Tiene autorización para poner música ?.
.- Pues eso no lo se, sería cuestión de preguntar al dueño, pero ahora no está ya que es jueves y se ha llegado a ingresa a la caja, el equivalente para pagar la parte proporcional de los asesores del mandamás.
.- O sea, que no dispone de permiso.
.- Ya le digo que eso no lo se.

Se lo dijo con un acento ligeramente extranjero, quizá de la zona de la Selva Negra, quizá de los Càrpatos, o quizá de Timisoara, no pudo definir bien de donde procedía el muchacho. Así que ni corto ni perezoso, más que nada por cumplir la legislación vigente, y para nada por la consumición abonada, sacó el preceptivo boletín y denuncia al canto de nuevo. 600 euros, que si no sería recurrido, se pagarían a tocateja, ya que eso de aplazar los pagos, igualmente quedó abolido.

Al salir del bar, le vieron en la lejanía por la acera de enfrente. El hombre iba cabizbajo y con la mirada perdida. Y no era para menos. Luis lo conocía desde hacia tiempo y comprendía el problema económico que atravesaba desde hacía algunos años. Así que prefirió no molestar al sujeto. Simplemente le comentó a su compañero de servicio en qué trabajaba. Era controlador aéreo. Y ciertamente, no era para menos. Tanto él como su mujer, metían legalmente horas los fines de semana en la fábrica artesanal de sujetadores y bragas que había a la salida del pueblo. Y la verdad, no era para menos, tras el drástico bajón que había sufrido la economía familiar.

Pero a Nemesio, el ligero zumbido del estómago no se le iba, así que se llegaron al centro médico. Total, estaba a la vuelta de la esquina. La administrativa, española eso sí, le tomó la tarjeta y anotó los datos en el ordenador.
.- Por favor, espere a ser llamado sentado allí.

Y allí que se sentaron los dos, para ver si el médico le recibía. Eran ya las siete de la tarde y esperaba acabar pronto. Pero estaba equivocado. Había cola en el consultorio. 3 senegaleses, cuatro rumanos, que casualidades de la vida, se habían roto una uña, los cuatro, al abrir la botella de champan para celebrar que habían recibido una subvección por parte del ejecutivo de 400 euros por vivienda alquilada a un primo del cuñado de uno de ellos, dos ciudadanos de Zambia, una colombiana y su marido con signos de no tardar en dar a luz. La colombiana. Se entiende. Cuatro marroquís, dos hembras, un varón y el hijo de una de ellas, que también necesitaban asistencia médica. Aunque de buena tinta sabía Luis que el propósito era dejar constancia de que, tras la visita, tendrían la convicción de haber estado en el centro y a la larga eso produciría los efectos oportunos.
Al final pudo observar a la señora Nemesia que desde hacía años arrastraba síntomas de agotamiento por un problema renal. Antes de ella, si se seguía una secuencia lógica de entrada, estaba de pie y nervioso, Segismundo, el chaval peruano que nunca se sintió a gusto con su sexualidad. Acudía para que le diera el doctor cita con el especialista para cambio de sexo. Obviamente pagado por la sanidad pública. Como vieron que iba para largo, le pidió a la enfermera una pastilla de las chupables para el estómago y abandonaron el consultorio.

Aunque nada dijeron Luis y Nemesio, ambos intuían, sólo intuían, que una vez realizada la visita el médico, más que nada por eso de la reagrupación familiar, el año que viene, padres, cuñados, primos y demás familia volverían a hacer cola para que de nuevo, los padres, cuñados primos y demás familia de los recién llegados volverían a hacer cola, eso sí, a cuenta de la sanidad pública, que se dice, aunque veremos, que es de las mejores del mundo. Habría que preguntarse pagada por quien. En fin, cosas de las modernidades.

Ya estaba a punto de cerrar la caja y el Director les recibió, más que nada por ser quienes eran. Tarde pero les recibió. Iban los dos a ampliar en 20 euros, dados los sueldos y con el tema de la reforma de la ley de pensiones, su aportación al plan de pensiones que llevaban pagando desde el año 1.983. El Director encantado. Otro viaje a las Malvinas con la mujer y los hijos a cuenta. A cuenta de los primos. O sea, gratis.

Ya estaban apunto de acabar el curro, así que decidieron para un coche de gama alta. Le pidieron la documentación y o vualá, era uno de los asesores. Uno de los asesores contratados como seña de austeridad y para que el País vaya mejor. ¿ Va el País mejor ¿. Sin duda. Todo en regla y nada que reseñar. Ya se iban a su base de operaciones cuando lo vieron llegar.

El vehículo adaptado estacionó a unos 10 metros de ellos. Ambos se quedaron parados para ver quien se bajaba de él. O era el uno o era el otro. Resultó ser el otro. O sea, el dos. El conductor se apeó, y abrió el portón lateral. Accionó el mando y la plataforma se arrastró hasta el suelo lentamente. Más lentamente ayudó al señor a apearse. Una vez de pie en el suelo, le acercó el tacataca y a él se agarró como algunos al sillón. Con ganas, con avidez. Al llegar a la altura de Nemesio y Luis, ambos se llevaron la mano a la cabeza y saludaron. Luis, al ser más antiguo, le dio novedades, como está ordenado.

.- Sórdenes mi Teniente, sin novedad en el servicio.
.- Gracias Luis. Dame la papeleta.

A unos cientos de kilómetros de allí, se disponía a firmar también. Firmaba la orden mediante la cual iba a recibir al Teniente Ruiz, de la Benemérita, eso sí, el hombre ya con 86 años. El Teniente. Lentamente estiró el brazo y con la mano asió la pluma para estampar la firma. No era de marca, la pluma, era de pluma. Regalada hacía unos años. Impregnó la punta en la tinta y firmó. Por fin firmó lo tan ansiado. Una vez realizada la firma, volvió a encajonarla en su sitio. La Pluma, que no la pluma, era de faisán. Sí, de Faisán.¿ Qué, que no ?.

Como nos sigan subiendo la edad, pa mi que llegamos a los 80 de servicio. Aunque, como Ernesto de Jannoffa, antes de que nos entierren o incineren, mejor que nos flambeen.

Abuelos, un saludo.

[ferroviario]

Felicidades, es absolutamente genial, de verdad, para reir a carcajadas...y meditar después.
Enhorabuena al autor.

[verdeber]

Jerónimo, sin palabras, y ya van varias. Qué suerte tienes, creo que yo no nací con ninguna habilidad especial. Saludos

[baltico17]

Joer es buenísimo Jero. Eres un artista.
Hombre lo del controlador te has pasao. digo yo que por lo menos vivirá de rentas de todas las horas extras que metió del 2000 al 2010.
Lo del teniente de 86 años debe ser el adjunto de un capitán de la general de 23 años.

[manpasju]

el teniente ruiz,,,no sera jose francisco? no me jodas que no ascendio a capitan por pedir a rubalcaba cenar faisan?

[depeche]

sublime, y que luego te pidan para ascender que sepas ingles

eres un crak.

un abrazo compañero.

[Piratabcn]

Como siempre, amigo y compañero, te has vuelto a superar,...lo que tu escribes, que a la vez describes, es simplemente una realidad muy cercana más que lejana que nuestros hijos verán algún día,...como siempree tuss metáforas son "Indiscutibles",...que yo sepa siempre has acertado!!!.
Un afectuoso saludo y un día de éstos, quizás hoy te haré una llamadita telefónica para charlar un rato, eso sí sin "sidriña".

[Charro44]

Como siempre y una vez mas espléndido.

No dejes de deleitarnos con tos relatos, son buenísimos.

Que envidia me das como escribes.

Un saludo.